La textura y calidez de la madera, la suavidad de la lana y la ligereza de la seda permiten a los pequeños explorar, crear y conectar con su entorno de manera más profunda, favoreciendo su desarrollo emocional y cognitivo.
Al proporcionar experiencias de juego auténticas y enriquecedoras, estas ayudan a los niños a desarrollar su curiosidad natural y a cultivar habilidades de resolución de problemas.